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   EL BIOMA HUMANO (Continuación) 4ª parte
   Como siempre en cursiva lo que ya está publicado. Las páginas se refieren a  la edición escrita.


En el siguiente artículo “Niños nacidos por cesárea reciben bacterias vaginales de su madre” (enlace al final) dice: “Su microbioma se iguala con el de los alumbrados por parto vaginal tras bañarlos en la flora materna”

Empieza el artículo: “La gran diferencia entre los niños nacidos de parto vaginal y por cesárea son sus bacterias. Los primeros se bañan literalmente en la flora vaginal de su madre. En el microbioma de los segundos, en cambio, predominan los microbios de la piel materna. Sabiendo que los primeros colonizadores bacterianos son vitales para los sistemas digestivo, metabólico e inmunitario del pequeño ¿parten con desventaja los bebés que salen por la barriga?”

  Contesto yo, con respecto a esta diferencia de parto: Sí, rotundamente sí y, a pesar de nuestros intentos de ayuda, tengo dudas en cuanto a que podamos igualar las oportunidades en muchos y diversos casos. La oportunidad de ser un bebé sano frente a otro “no tan sano” con complicaciones no entendibles, hoy por hoy, por la medicina racional actual, puede radicar en esa diferencia de inoculación del microbioma bacteriano existente en el canal del parto que, además, no será el único en introducirse en el sistema digestivo, faltan todas aquellas bacterias de la piel y la boca de la madre. Como apoyo a este párrafo este enunciado: cada familia tiene un aura de bacterias característica (ver enlace), en el que se demuestra que unas horas después de una mudanza la nueva casa tiene las mismas bacterias propias de la familia incluido el perro, por tanto, el recién nacido, irá adquiriendo el mismo microbioma propio de la familia. Pero sin ir tan lejos podemos seguir leyendo en el artículo lo que dice uno de los científicos con respecto a lo que expongo:

  “Pero muchos científicos, entre ellos Clemente, están convencidos de que las bacterias vaginales de la madre cumplen una segunda función tan vital como la primera, pero esta vez para sus hijos.
  El microbioma de los nacidos por cesárea difiere del de los bebés nacidos por parto vaginal. "Esta microbiota vaginal constituye el primer inóculo bacteriano que recibe el bebé al pasar por el canal del parto, y nuestra hipótesis es que es fundamental para un desarrollo apropiado del sistema inmune. Esta primera exposición podría tener consecuencias a largo plazo, como sugieren muchos estudios que asocian parto por cesárea con riesgo de enfermedades inmunes", plantea Clemente.”

  Los microorganismos los podemos clasificar en tres tipos respecto a su manera de vivir sobre nosotros y según el nicho estudiado: unos no soportan el oxígeno, se llaman anaerobios y no pueden vivir en la piel, les gusta vivir en nuestro interior, por lo tanto no estarán en esa transmisión que hagamos solo con el roce diario, las caricias o dar de mamar. Otras necesitan el oxígeno y sí serán transmitidos, pero no entrarán al mundo intestinal, son los microorganismos  aeróbicos, los que necesitan oxígeno y se quedarán en nuestra piel, boca, nariz u oídos. Por último tenemos a los anaeróbicos facultativos que son a los que les gusta estar en una zona sin oxígeno pero lo soportan. Estos últimos sí podrán entrar en el intestino si están en la piel. Podríamos interpretar que existe una cuarta clasificación: aquellos microorganismos que no pueden vivir fuera del cuerpo del hospedador. Esta es una particularidad esencial en la transmisión del bioma ya que no encontraremos en la piel a ninguno que tenga estas características, todos ellos se contagiarán a través del canal del parto, luego siempre existirá un déficit de microorganismos entre el parto normal o por cesárea a favor del primero.

  Por tanto, al pasar por el canal del parto, el bebé se contagia de los microorganismos que en ella habitan, la mayoría anaerobios; viven en ausencia de oxígeno. Y, finalmente, va adquiriendo el resto de la flora por el roce con la piel. El día a día, el perro, el suelo, la guardería, el jardín, el barro.

  Perdón, perdón, perdón que somos muy limpios y lavamos y desinfectamos todo, el pescado y la carne sin restos contaminantes, incluso la fruta ya viene limpia sin nada de arcilla, lavada con agua con bactericidas, en la mayoría de los casos sólo bactericidas y nos cepillamos los dientes con bactericidas, el agua es clorada e incluso con flúor y utilizamos antibióticos a los que debemos llamar antibacterianos propiamente dicho ¿Y qué hacemos con los hongos a los que dejamos libertad de acción y un terreno tremendamente estéril para conquistar? Estamos destruyendo sistemáticamente lo que dice el enunciado: nos preocupamos por que los bebés tengan una microbiota acorde a las necesidades de digestión, inmunización y metabolismo de un animal, mamífero en  nuestro caso, y por el lado contrario, gracias a la revolución industrial, a la sanidad, la medicación, esterilización y ¿conocimientos microbiológicos? nos estamos cargando la microbiota y desequilibrando hacia otro lado. Menuda contradicción entre lo que se intenta lograr en una cesárea y el día a día de cualquier persona en el mundo occidental.

  La mayoría de estos microorganismos que llamamos bioma, biota, microbioma son bacterias, pero no sólo ellas, también hay otros microorganismos como levaduras o virus que nos ayudan o lo hacen con las bacterias y arqueas. Debe existir un fino equilibrio entre nuestros inquilinos que digieren y nos proporcionan el 85% de los alimentos esenciales, que no es lo mismo que lo que ingerimos. Romper el equilibrio nos trae una serie de problemas sobre la salud, empecemos con un simple listado: Alzheimer, Parkinson, Autismo, Fatiga Crónica, Fibromialgia, Sensibilidad Química Múltiple. Os lo explico desde mi libro:

  (Pág. 94) La microbiota o microbioma, biota, bioma, flora bacteriana, es un conjunto de microorganismos que se encuentran en diversas partes de los animales, piel e intestinos los más conocidos, y forman una relación de simbiosis con el hospedero en individuos sanos. Cuando esta relación es beneficiosa para ambos organismos, hospedero y huésped, solemos hablar de comensalía o mutualismo llegando a formar la ectosimbiosis. El huésped protege al hospedero de la colonización de otros microorganismos que pueden ser patógenos, conocido como antagonismo microbiano.

  Pero ¿es que acaso no lo es destruirlo con la medicación, la comida esterilizada y la mala alimentación? En qué quedamos. El 80% de los niños, enfermos pediátricos, que presentan SQM, Fibromialgia o Fatiga Crónica, han recibido fuertes dosis de antibióticos con anterioridad. Encontraréis varios artículos referentes a ello en: http://www.sqmcomocurarse.es/413739625

  Mi idea nace hace 1.500 millones de años, como dije, mediante un ser diminuto que empezó a rodearse de bacterias, levaduras, arqueas y virus, pero no solo ellos, nos faltan los parásitos animales, sí los gusanitos, lo discutiremos:
(Pág. 39): Nació un primer ser en forma de gusano, cilíndrico, alargado pero de células idénticas, hueco, con toda probabilidad traslúcido y anclado a la roca. No coordinaría movimientos; suficiente dejarse mecer por las corrientes. Las células exteriores se hicieron más rígidas, las interiores más permeables y, entremedias, se fueron formando capas con otras células que dieron consistencia al conjunto y un lubricante para todas ellas, el propio agua que las rodeaba.
  Este caldo es electrolítico, puede conducir señales tanto eléctricas como moleculares y en su seno se pueden producir reacciones químicas: comer, excretar, comunicar, defenderse, pero este líquido tisular extracelular es el portador del futuro sistema inespecífico de defensa y curiosamente su punto más íntimo e intenso de contacto se produce con la mucosa del intestino. El agua atrapada es electrolítica, puede transmitir señales eléctricas y químicas; en un agua sin sales, no electrolíticas, sería casi imposible y con una lentitud de transmisión que no compensaría. Este plasma electrolítico se ha conservado hasta nuestros días.

  Con los miles de años este tubito que os describo va adquiriendo más propiedades y características distintas a las que tenía inicialmente. Gracias a él y a que el agua estaba llena de aminoácidos y azúcares tenía todo lo que necesitaba para sobrevivir pero, es la evolución, con el tiempo otros microorganismos se aprovecharon de la facilidad de comer de este ser primitivo y se introdujeron en él, en su tubito concretamente, ya que la comida se hacía cada vez más escasa, la vida proliferaba y las plantas acumulaban azúcares en forma de almidón y celulosa retirándolos del entorno primitivo:

  (Pág. 43): “Nuestro futuro intestino era el atractivo de otros organismos unicelulares, hongos o bacterias en su mayoría, que realizan otro salto. Se adhirieron a la pared mediante una comunicación intercelular, una proteína, y permanecieron en el lugar con reconocimiento explícito de la célula que los albergaba. Nuestra evolución es la que es gracias a esta simbiosis,…”
Démosle paso a otra pregunta importante para el desarrollo posterior de esta exposición teórico científica ¿Cómo se unen las células de distintas especies entre sí? Porque lo cierto es que se fueron uniendo, fueron progresando, evolucionando y creando seres cada vez más complejos. Hubo una solución que fue un éxito: las glicoproteínas, adhesinas y ligandos, que son compuestos que utilizan las células, primero: para reconocerse como amigas; y segundo: para unirse unas a otras aunque fueran especies diferentes, con el objetivo común de mantenerse vivas o el primer principio evolutivo: conseguir comida con el menor esfuerzo posible.

  Bueno, os acabo de describir cómo empezó nuestro microbioma y que se fue complicando con el paso de los milenios, hasta llegar al día de hoy en que la infección de un hijo se realiza a través de la madre. Pero nos quedan algunos pasos intermedios que os describo:

  (Pág. 45): A nuestro tubito lo que ocurra después de haber comido no le preocupa, por tanto si llegan microorganismos que se adhieren para comer los residuos que ya son desechados, no hay problema. Sin embargo estos microorganismos generan unas sustancias interesantes para el hospedero o tubito y por tanto se alarga para admitirlos. Y vuelve a alargarse para que quepan más y variados bichitos, y finalmente se da cuenta de que al alargarse otro poco más, se aprovecha mejor el alimento introducido. Esta comensalía incipiente dará lugar a nuestra biota intestinal actual.

  Hay unos párrafos  en el libro algo esenciales para explicar lo que pudo ocurrirá lo largo de milenios transcurridos posteriormente:

  (Pág. 94) “Todos los microorganismos comensales de nuestro intestino trabajan y se defienden de las agresiones que continuamente sufren por parte de otros microorganismos, que nosotros introducimos a través de la comida, la bebida o los simples roces con los labios. Se defienden de toda agresión que sufran en su nicho ecológico, nuestro sistema digestivo. A medida que el cuerpo se vuelve más complejo y comienzan a existir zonas de difícil alcance, le es más cómodo almacenar moléculas defensivas en lugares adecuados para ello. Estas moléculas son agresivas y hay que envolverlas para controlarlas y expulsarlas en el momento necesario. Acabamos de crear la primera vesícula, tal como en las ortigas, para almacenar lo que nos proporciona nuestra biota. Es una pinocitosis controlada. Con el transcurrir del tiempo estas células se especializarán en elaborar moléculas y, todo este conjunto, dará lugar al Sistema Inmunitario Celular o Sistema Inmunitario Interno.

Eduardo Casasnovas Susanna, El cultivador de lechugas.
  11 de Marzo de 2017; Palma de Mallorca.


Este y otros artículos los encontraréis en: http://www.sqmcomocurarse.es/426844666

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